Resurgió de las cenizas en Ate para conquistar, en nombre del Perú, medallas de oro y plata en torneos internacionales por la calidad de sus productos lácteos. Don Alberto Darío Verano Siuce, natural de Junín, tiene 70 años y el horizonte de su éxito parece extenderse más allá del tiempo. El legado de tradición y constancia, que ha forjado desde que trabajó como vigilante y obrero hasta llegar a ser dueño de su propia empresa, lo comparte actualmente con sus hijos Patricia, Eder y Roy, en Lácteos Verano E.I.R.L. Su próxima meta no solo es consolidarse en Lima, sino llevar la premiada calidad de sus quesos fuera de nuestras fronteras.
De niño en su natal Huancayo, en la ilusión de sus sueños de infancia, nunca se imaginó que en su futuro se dedicaría a la fabricación de quesos. Tampoco, cuando ya en su juventud, emigró a Lima y alumbraba sus esperanzas de entrar a la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI) con la tenue luz de un mechero alimentado por kerosene. “No fue que desde niño pensé en dedicarme a esto (la elaboración de quesos), porque mi papá, mi mamá o algún familiar trabajaba en este rubro. Nadie lo hacía. Fue de casualidad, porque nunca me preparé para este tipo de empresas”, nos relata Don Alberto en entrevista a Mype Pro.
Conquistó su meta de estudiar en la UNI, pero debió enfrentar el duro panorama laboral de la década de los 80. Se desempeñó como obrero y vigilante, y trabajó – entre otros – en una refinería y en una tabacalera. “Y qué irónico: trabajé en cigarrillos donde malográbamos la salud de las personas, y ahora estoy en quesos”, nos cuenta.
Fue cuando Don Alberto vendía productos químicos para calderos, que se encontró con un amigo suyo, desempleado en ese entonces y extrabajador de una fábrica de lácteos, quien le sugirió un giro en su destino que marcaría su vida para siempre: la elaboración de quesos. “Entonces, me dijo que hiciéramos queso, y entre queso y cigarrillo, me ganó el queso. Y así empecé”, señala a Mype Pro.
Con un experto en mantenimiento a su lado, Don Alberto reclutó a un quesero cusqueño, también desempleado entonces, y con ellos se lanzó a esta aventura que aún no termina. “Entonces, tenía al de mantenimiento, al quesero, pero faltaba el experto en ventas. Ahí fue triste, porque producir fue fácil para mí, la maquinaría también, hasta teníamos el terreno, pero las ventas eran otra cosa. Hasta ahorita estamos batallando con ello”, nos señala este ingeniero egresado de la UNI.
“Al principio tocábamos puertas, vendíamos en los mercados. No tenía carro, así que me subía a los micros y llevaba en una bolsa grande los quesos, muchos se chancaban. Me iba a Monterrico porque acá (Ate) no era mercado, a La Molina. Difícil, muy difícil, hasta que me llegó un intermediario que vendía quesos por todas partes, y me pidió 40 moldes de queso diario. ¡Guau!, pensé entonces. Pero necesitaba leche para cubrir el pedido y no había dinero. Todo un problemón. Mis hijos, felizmente, no han pasado por nada de eso. Pero, superamos el bache, y seguimos y seguimos para adelante”, manifiesta en entrevista a Mype Pro.
“Ahora me doy cuenta, que ya no es como cuando empecé. Nadie nos quería vender al principio. Porque las pequeñas empresas tenían una mala imagen: no pagaban, regateaban. Ahorita ya no. Todos le quieren vender a Lácteos Verano porque compramos a buen precio y pagamos al contado. Yo mismo me admiro de haber llegado a esta situación. Antes sufríamos mucho de leche. Este año seguimos sufriendo, entre comillas, pero sí hay leche. Antes, nada”, nos comenta con el legítimo orgullo de una vida forjada con esfuerzo y perseverancia.
No es un recuerdo agradable. Todo lo contrario. Aún ahora, casi 10 años después, le cuesta revivir en su memoria un accidente en su empresa, que prácticamente la dejó en ruinas. Estalló un caldero artesanal en octubre del 2013, y tres de sus trabajadores resultaron heridos. Lo perdió casi todo.
“Estas ventanas – nos dice señalando la pared de la oficina donde nos recibe – toditas se destruyeron, quedó como una casa bombardeada, cascarón no más. Perdimos materia prima, productos en procesos, productos terminados, maquinaria totalmente destruida, todo”, nos cuenta.
“Entonces, había que empezar de cero y lo único que teníamos eran los vehículos destinados a repartos en Lima. Esos vehículos se salvaron. Lo primero que hice fue preocuparme por mis trabajadores. Hubo tres accidentados, tenían seguro de salud y felizmente no hubo muertos. Eso sí, el inmueble de un vecino fue afectado también y resanamos todo. Me costó como 25 mil soles”, recuerda Don Alberto.
“Justo ese día había concretado un negocio con un importante supermercado, para vender queso fresco. Y en esa época para mí era algo grandioso. Entonces nos dan la noticia del accidente, y pensé: ¡qué hago ahora! Empecé a recorrer empresas pequeñas para que me hagan el servicio. Terco, me cerraban las puertas, y volvía con mi compadre que tenía su carrito. ‘Bien terco eres – me decía – te han negado e insistes en ir’. Al día siguiente ya estábamos elaborando queso con un vecino. Y así, fuimos de un lado a otro durante un tiempo, peregrinábamos, llevábamos a todo nuestro personal. Eso, hasta que volvimos a nuestro local”, nos cuenta en entrevista a Mype Pro.
“El actual caldero es otra cosa. Tiene ahora cinco medidas de seguridad. Esa vez tenía una, nomás y era ‘hechizo’ (artesanal). Perdimos todo en el accidente, pero nos levantamos”, puntualiza.
Don Alberto no lo toma a la ligera cuando le pedimos consejos para los emprendedores que recién empiezan. En su tono de voz, pausado y seguro, se refleja la sabiduría del hombre forjado en base a tenacidad, lucha y emprendimiento. “Si empiezas es difícil, pero hay que ir siempre hacia adelante. Debes seguir y seguir”, señala.
“Dos cosas importantes para los que se inician en esto: implementar sistemas de gestión e invertir en maquinaria. Para mí son dos elementos claves. Sin sistema de gestión te quedas. Los Añaños, los dueños de Renzo Costa, provincianos todos. ¿Cómo salieron adelante? Implementando sistemas de gestión. ¿Y quiénes hacen eso? Casi nadie”, le relata a Mype Pro.
“Y si sigues y sigues, y vas superando los primeros problemas, tienes que formalizarte. Es muy importante. Formalizarse y trabajar con los bancos. Para mí los bancos son un mal, pero necesario, porque los préstamos con Reactiva Perú, por ejemplo, se los dieron a los formales. El requisito número uno era contribuir con la SUNAT”, precisa Don Alberto.
“Compré, por ejemplo, la casa de la esquina gracias a un préstamos bancario. Hay que facturar todo lo que puedas, y el banco hace un estudio en base a ello para darte un préstamo. Me acaban de llamar de una entidad financiera para ofrecerme un monto importante de dinero. Antes nadie te llamaba, nadie. Cuando eres informal nadie te llama, cuando te formalizas poco a poco te empiezan a contactar. Trabajo con tres bancos. Es importante. Sí ayuda”, precisa en entrevista a Mype Pro.
La calidad de sus productos llevó a Lácteos Verano a ganar múltiples premios a nivel local, nacional e internacional. En el “Expo Queijo, Brasil 2021”, donde participaron representantes de diversas partes del mundo, como Canadá, Estados Unidos, Italia, Portugal y Suiza, su queso Paria Vaché ganó la medalla de oro, y su queso Danbo Vaché la de plata.
En su barrio, en Ate, tampoco es distinto. La demanda por sus productos es tal, que abrieron una cafetería y heladería en la misma recta donde se ubica la empresa, y no es extraño ver a los clientes hacer cola para saborear sus helados hechos de leche pura.
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